La música es el único sitio que tenemos los soñadores para escondernos de nosotros mismos. Cuando hace mucho frío en el Alma, la música me abriga de las derrotas y espanta los fantasmas de mis fracasos. Pero hay heridas que ni el tiempo puede coser con el hilo del olvido, esas heridas que se quedan abiertas y sangrando recuerdos de un amor a la fuga.
Por fin he aceptado la derrota. Me he inventado un flotador hecho de recuerdos e hinchado con el aliento de sus últimos besos para no volverme a hundir. Y si alguna vez se pincha con algún espino, un mal gesto o la nostalgia me invade y lo desinfla, me asiré al recuerdo de sus labios rojos y al sabor de sus te quiero, y pocos serán los ahogados con una sonrisa tan dulce en el rostro como yo.
Intenté llenar el vacío de sus abrazos con gramos de ira, con gramos de olvido. Y ahora que se que el resto de mi vida cargaré con su odio en mi mochila, sólo tengo ganas de cantar, de vivir y de volver a amar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario