martes, 14 de diciembre de 2010

La música.

La música es el único sitio que tenemos los soñadores para escondernos de nosotros mismos. Cuando hace mucho frío en el Alma, la música me abriga de las derrotas y espanta los fantasmas de mis fracasos. Pero hay heridas que ni el tiempo puede coser con el hilo del olvido, esas heridas que se quedan abiertas y sangrando recuerdos de un amor a la fuga.
Por fin he aceptado la derrota. Me he inventado un flotador hecho de recuerdos e hinchado con el aliento de sus últimos besos para no volverme a hundir. Y si alguna vez se pincha con algún espino, un mal gesto o la nostalgia me invade y lo desinfla, me asiré al recuerdo de sus labios rojos y al sabor de sus te quiero, y pocos serán los ahogados con una sonrisa tan dulce en el rostro como yo.
Intenté llenar el vacío de sus abrazos con gramos de ira, con gramos de olvido. Y ahora que se que el resto de mi vida cargaré con su odio en mi mochila, sólo tengo ganas de cantar, de vivir y de volver a amar.

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