jueves, 28 de octubre de 2010

Soy.

Me gusta sentarme delante de la ventana, y ver a la gente paseando por la calle mientras intento averiguar que estarán pensando. Me gusta tumbarme en la hierba durante horas, con los ojos cerrados, soñando. Me gusta caminar bajo la lluvia, oliendo el asfalto mojado mientras las frágiles gotas de agua se deslizan sobre mi piel. Me gusta ir en coche, sin rumbo, deprisa, escuchando esa mezcla entre la música y el traqueteo de las ruedas rodando sobre la autopista. Me gusta estar viva, y sentir que lo estoy.
No pienso con la cabeza, pienso con el corazón. No me importa que esté bien, o que esté mal. Me importa lo que quiero, lo que quiero y puedo hacer, porque después de todo querer es poder. No me guían las razones, sino mis sentimientos, y mis emociones. No pienso en "antes", ni en "después", sólo en ahora. No me importa acostarme tarde y decir que anoche me quedé escribiendo, y tener sueño por la tarde; ni me importa salir un fin de semana y no estudiar, y tener que recuperar en septiembre. Me importa lo que siento. Lo que experimento, lo que pruebo, lo que oigo, lo que veo. Me importa quién soy. Quien fui y quien seré. Porque soy yo. Así. Segura y sin miedo, sin complejos. Si crees en el destino vives sin preocupaciones. ¿Soy idiota? Puede. Pero al menos soy feliz. Feliz, no como ellos. No como los demás. Los que te insultan, los que se ríen, los que te juzgan. Los que son como todos. Los que se crees especiales siendo justo lo contrario. Los que dicen saberlo todo y no saben nada. Ellos. La gente que por fuera es muy feliz y... por dentro no, en su mundo de complejos y de inferioridad.

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